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Artículos Sobre La Aptitud Y El Cuerpo Humano


¿Sabías que el mal humor engorda?

¿Cuándo fue la última vez que se quedó estresado o mal humorado y decidió descontar todo comiendo un pie de lechuga entera? Hum, probablemente nunca, no es así?

Los estudios recientes han comprobado lo que ya imaginábamos: el mal humor engorda, así como el estrés, porque nos hace quedarnos con ganas de comer alimentos altamente calóricos, como azúcar y grasa (lea chocolate y fast food), que poseen rápida digestión y, proporcionan energía de manera casi instantánea.

Y eso también termina convirtiéndose en un círculo vicioso, pues usted come porque está de mal humor, y porque comió demasiado engordó y ahí entonces su humor empeora aún más - y usted continúa comiendo para descontar la frustración. El resultado ya sabes: exceso de peso que a menudo no sabes ni por qué empezó.

Vamos a entender por qué exactamente el mal humor engorda y, más importante, descubrir cómo evitar el ya conocido ganancia de peso emocional.

Todo comenzó en las cuevas

Hace miles de años, cuando nuestros ancestros aún vivían en cuevas y dividían el día entre cazar y escapar de predadores, el estrés era un estado fundamental para nuestra supervivencia. Como respuesta al encuentro con un potencial predador, nuestro cuerpo se preparaba para la fuga a través de una rápida alteración en el metabolismo. Para tener energía para escapar del león, recibimos un mensaje del cerebro para comer más carbohidratos, que rápidamente llegaba a las células musculares en forma de glucosa.

Es decir: aunque milenios se hayan pasado, todavía hoy reaccionamos de la misma manera ante situaciones que alteren nuestro equilibrio y nos dejen de mal humor o estresados. Cuando discutimos con alguien y nuestro humor se queda de esa manera, nuestro organismo interpreta como si fuera un encuentro con un león, y allí vamos a quedarnos con aquella voluntad absurda de comer dulce.

Lo que dice la ciencia

Los investigadores desde hace mucho tiempo saben que lo que comemos afecta nuestro humor, pero de un tiempo para aquí empezaron a enfocarse también en el mecanismo contrario. Dos grandes estudios publicados en los últimos años iluminaron el asunto y nos ayudaron a conocer mejor el mecanismo de respuesta al estrés y entender por qué el mal humor engorda.

El primero de ellos fue realizado por el Instituto Weizmann, de Israel, y trató a la superficie la existencia de una proteína que puede estar ligada al estrés ya la obesidad. El segundo, realizado por la Cornell University, demostró cómo el humor afecta nuestras elecciones alimentarias.

- Estudio 1

En un estudio realizado con animales de laboratorio, los investigadores descubrieron que durante situaciones de estrés, rabia y mal humor, el cerebro produce una proteína conocida como Urocortina-3, o Ucn3. Después de ser sintetizada por algunas células cerebrales, una parte de la Ucn3 sigue hacia el hipotálamo, la región del cerebro que controla la producción de hormonas y las sensaciones de hambre y saciedad. Otra parte de la proteína sigue hacia el centro que controla nuestro comportamiento, siendo responsable de elevar nuestro nivel de ansiedad.

Los ratones que tuvieron sus genes modificados para producir más Ucn3 se volvieron más ansiosos y también presentaron cambios significativos en el metabolismo. Con el exceso de la proteína, sus cuerpos pasaron a quemar más azúcar y menos grasa, y hubo también una disminución en la sensibilidad a la insulina, que predispone a los animales a la diabetes tipo 2.

Resumiendo: al estar de mal humor o estresados, producimos Ucn-3, que puede dejarnos ansiosos, con más hambre y con una menor sensación de saciedad. Comiendo más y no recibiendo la señal del cerebro para parar, caminamos directamente hacia el sobrepeso.

- Estudio 2

Al estudiar la relación entre los cambios de humor y la perspectiva de tiempo, los investigadores de la Cornell University en Estados Unidos descubrieron que cuando estamos de mal humor o nos sentimos incómodos con alguna situación, nuestro cerebro sabe que algo no va bien y pasa entonces a enfocar solamente en el presente. Esto nos lleva a concentrarse más en los aspectos sensoriales del alimento (sabor y apariencia) y no en características más abstractas, como el valor nutricional y su importancia para nuestra salud.

De manera similar, la investigación hecha con voluntarios de ambos sexos y diversas franjas de edad demostró que cuando estamos de buen humor somos capaces de tener una perspectiva mayor sobre la salud, lo que nos permite enfocar en aspectos más abstractos del alimento, como su valor nutricional y los beneficios para la salud a largo plazo.

Es decir, nuestro humor puede determinar si vamos a ser guiados por el placer inmediato que el alimento proporciona o por la preocupación con nuestra buena forma y salud a largo plazo. Según los investigadores, la sugerencia para evitar que esto ocurra es pensar en algo más allá del actual momento por el cual usted está pasando, y si se ve en el futuro. Si piensa sólo en la salud no funciona, piense, por ejemplo, que el brigadier que deje de comer hoy será el pantalón de tamaño más pequeño de mañana.

¿Entonces no tengo culpa?

Prácticamente todo el funcionamiento de nuestro organismo es consecuencia del modo en que los primeros seres humanos vivían e interactuaban con el ambiente a su alrededor. Un ejemplo es nuestro mecanismo de sueño: estamos adaptados a dormir durante la noche porque quedarnos caminando por la oscuridad nos haría presas fáciles para depredadores con hábitos nocturnos. Pero no por eso nos resignamos y hoy en día vamos a la cama tan pronto como se oscurece.

De la misma manera, el hecho de tener más ganas de comer dulces cuando se pone de mal humor no significa que usted tiene una excusa para atacar el chocolate sólo porque "está en su genética". A partir del momento en que pasamos a entender mejor cómo el mal humor engorda, podemos estar más conscientes de nuestras elecciones y procurar hacer cambios que nos permitan escapar de esa herencia.

¿Que hacer?

Ahora que ya sabes que el mal humor engorda porque, entre otras cosas, te hace tener ganas de comer alimentos más calóricos, ver qué hacer para evitar ganar peso a causa de tus emociones:

- Es consciente de la situación

Cuando esté de mal humor, tenga conciencia de que será vulnerable a ciertas opciones alimenticias y trate de evitar situaciones que le lleven a comer alimentos poco saludables. En la práctica, esto significa que si usted está mal humorado o ya sabe cuáles son las situaciones que lo dejan en ese estado, lo mejor es dejar de visitar lugares con esos alimentos o incluso tenerlos a disposición en casa o en el trabajo.

Si usted ya sabe que cuando pelea con el jefe va a querer descontar en la comida, ¿por qué dejar chocolate, salchichas y afines en la oficina? O bien, para que la dejar galleta rellena en el armario de la cocina si ella se convierte en su válvula de escape "en aquellos días"? Recuerde: lo que los ojos no ven, la cintura no se siente.

Respire profundamente, cuente hasta 10, tome muy lentamente un vaso de agua y espere hasta la voluntad de comer pasar.

- Mejore su humor

Todos nosotros tenemos aquellos días en que despertamos de mal humor y así quedamos hasta la próxima mañana, cuando despertamos listos para salvar el mundo y nos sentimos como si nada hubiera pasado. Cuando son esporádicas y no interfieren en el día a día del individuo, esas fluctuaciones pueden ser consideradas normales.

Sin embargo, cuando la persona pasa gran parte de sus días estresados, de mal humor y sin presentar un motivo aparente, es importante investigar si no hay algo más detrás de esas emociones. Aunque el mal humor no es una enfermedad, puede afectar no sólo su peso, sino también su vida personal y profesional.

Ver algunos consejos para apartar de vez el mal humor de su día a día y acabar con el aumento de peso emocional:

1. Busque ayuda profesional

Hay varios factores que pueden estar detrás del mal humor crónico - algunos, incluso, patológicos. Buscar la ayuda de un profesional puede ayudarle a trabajar mejor sus emociones, tratando no sólo el mal humor sino también su relación con la comida.

2. Cuida tu hígado

Quizás ya haya oído hablar de la expresión "bilioso" para describir a una persona crónicamente malhumorada, estresada o que se queja. Según la Medicina China, el hígado es el órgano que rige todas nuestras emociones, incluso las variaciones de humor.

Un ejemplo es la rabia, que cuando se acumula puede llevar a un desequilibrio del hígado. Y el órgano, cuando es desequilibrado, puede producir aún más síntomas de rabia, creando un círculo vicioso. Por supuesto que estar enojado o de cara cerrada de vez en cuando no significa que usted esté con un hígado problemático, pero si usted es una de esas personas que tienen mayor propensión a ver el lado negativo de las cosas, que vive quejándose de todo o que al recibir un buen día pregunta qué hay de bueno, entonces usted puede necesitar cuidar de su hígado.

Tomar jugo verde desintoxicante por la mañana, evitar alimentos grasos e industrializados, privilegiar verduras, frutas y verduras, evitar el alcohol y el azúcar en exceso y dar mucha risa son algunas de las mejores maneras para que usted desintoxicar su hígado.

3. Ejercite

Diversos estudios ya han demostrado que las personas que practican actividad física tienden a tener una visión más positiva de la vida y ser más bien humoradas. Caminar, correr, practicar yoga o meditación son algunas de las mejores actividades para disminuir el estrés y mejorar el estado de ánimo.

4. Tenga una buena relación

Una relación amorosa que sea armoniosa va a mejorar su humor y dejarlo con una visión más optimista del mundo. Las personas satisfechas con la vida a dos tienden a ser más dispuestas y felices, y por eso acaban sufriendo menos con crisis de mal humor.

5. Valorizar el sexo

Tal vez sea una de las maneras más simples - y subestimadas - de mejorar el estado de ánimo. Una vida sexual placentera puede hacer milagros por el buen humor y la salud. Y recuerde que la calidad es mucho más importante que la cantidad.

6. Salga con los amigos

Desconectar un poco de la vida virtual y encontrar a los amigos para charlar y risa puede ser una excelente manera de mejorar el estado de ánimo.

7. Tenga una vida profesional equilibrada

Tener un trabajo que te guste y que no lo dejes permanentemente estresado (y que te permita tener una vida fuera de él) es fundamental para el buen humor. De nada sirve usted tener el empleo de los sueños si no tiempo para alimentarse derecho, practicar actividad física, salir con los amigos y dar atención a la familia: además de extremadamente estresado y malhumorado, usted todavía corre el serio riesgo de enfermar.

8. Cuide sus pensamientos

Evitar pensamientos y situaciones que lo dejan pesimista y de mal humor (como el hábito de acompañar sólo malas noticias y hablar mal de terceros) y tener pensamientos positivos puede tener un impacto en su humor. La acupuntura, tai chi chuan, shiatsu, ejercicios de respiración y meditación son algunas de las prácticas que usted puede incluir en su cotidiano para ser más consciente de los propios pensamientos y evitar el pesimismo.

9. Ría más

Sonreír todavía es el mejor remedio contra el mal humor, y si crees que es imposible sonreír cuando estás enojado, intenta relajarte y pensar en cosas divertidas - puede ser una broma, o situaciones divertidas que ya te sucedieron.

10. Evite situaciones negativas

¿Sabes aquella persona que habla mal de todo el mundo, o aquel telediario que sólo habla de desgracias? Pues bien, ambos tienen en común el hecho de que sólo van a empeorar su humor, dejándolo aún más negativo y sin mucha voluntad de mirar hacia el futuro. Evite personas y situaciones que usted sabe que no harán bien para usted, y dé prioridad a quien ayuda a levantar su astral.


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