Frutales engorda? ¿Qué es, alimentos ricos, intolerancia y consejos
La fructosa es un monosacárido, es decir, un azúcar simple que no es producido naturalmente por el organismo y se encuentra en las frutas, siendo justamente el responsable del sabor dulce que poseen.
También es una sustancia que está presente en diversos alimentos industrializados consumidos en nuestro día a día como refrescos, bebidas energéticas y jugos artificiales.
Hay varios factores que hacen que el consumo exagerado de la sustancia contribuya al aumento de nuestro peso y muchos están ligados a los efectos que la fructosa causa en nuestro metabolismo. ¿Entonces quiere decir que la fructosa engorda? Vamos a analizar estos factores y responder a esta pregunta:
La fructosa causa resistencia a la insulina y aumenta nuestro apetito
El exceso de la sustancia en el organismo hace que ella ofrezca resistencia a la insulina, y con eso nuestro apetito aumente.
Esto sucede porque la insulina es una hormona que actúa en el control del metabolismo y del uso de energía en nuestro cuerpo. Cuando el organismo resiste a la insulina, es necesario que sea producida en mayor cantidad para que pueda ejercer esas funciones adecuadamente.
El problema es que con el aumento de la presencia de la hormona, es más difícil para el organismo tener acceso a la grasa almacenada, que sirve como fuente de energía al cuerpo, y el cerebro tiene la sensación de que está ausente y que estamos hambrientos. Entonces, acabamos comiendo más, incluso sin precisar.
Resistencia a la leptina
Otro factor relacionado al hecho de que la fructosa engorda es la resistencia a otra hormona, llamada leptina. Este proceso está ligado al aumento de los niveles de triglicéridos, que son un tipo de grasa encontrada en la sangre, que impiden el paso de la hormona al cerebro.
La leptina, secretada por las células adiposas, tiene la función de avisar al cerebro que el cuerpo ya está satisfecho. Funciona de la siguiente manera: si las tasas de estas hormonas han aumentado, eso significa que el organismo ya tiene grasa suficiente y por consiguiente, energía adecuada.
Sin embargo, si el cerebro no identifica el crecimiento de la leptina, tampoco sabe que tenemos suficiente energía, lo que nos induce a comer más aún sin necesidad.
La fructosa no trae sensación de saciedad
La fructosa engorda por no permitir que el organismo se sienta satisfecho después de su ingestión. Esto fue comprobado a través de un estudio científico realizado en el año 2013.
Durante la investigación, dos bebidas diferentes fueron distribuidas a 20 voluntarios sanos: una endulzada con fructosa y otra endulzada con glucosa. El resultado fue que mientras la bebida a base de glucosa disminuyó el flujo sanguíneo y la actividad en el hipotálamo, que tiene entre sus funciones la producción de la sensación de hambre; la bebida preparada con fructosa no obtuvo el mismo resultado.
Además, los investigadores también señalaron que, comparando a las personas que tomaron la bebida con fructosa y las que consumieron la glucosa, los últimos se sintieron menos hambrientos y más satisfechos que los demás.
La conclusión fue que aunque las bebidas tenían un número igual de calorías, la presencia de diferentes azúcares hizo que el nivel de saciedad no fuera el mismo en todos los individuos.
Siendo así, cuando comemos un alimento rico en fructosa, tardamos más para quedarnos satisfechos, acabamos ingeriendo un mayor número de calorías y por consecuencia, ganando peso.
Metabolización de la fructosa
A diferencia de la glucosa, que puede ser utilizada por todas las células del cuerpo humano, el único órgano que logra metabolizar la fructosa en grandes cantidades es el hígado.
Lo que sucede cuando nos alimentamos de una dieta rica en fructosa es que nuestro hígado se sobrecarga y transforma esa cantidad excesiva de fructosa en grasa.
Otros perjuicios de la fructosa
El único problema aquí no es que la fructosa engorda. También ofrece otros daños a la salud. Un ejemplo es que, por aumentar el nivel de triglicéridos en nuestra sangre, ese azúcar hace que el riesgo del desarrollo de enfermedades en el corazón sea mayor.
Por hacer que nuestro organismo ofrezca resistencia a la insulina y sea necesario que aumente la producción de la hormona, la fructosa también trae el riesgo de la aparición de la diabetes del tipo 2 y de la obesidad.
La sustancia todavía aumenta la producción de ácido úrico, que cuando se encuentra en exceso en el organismo puede causar enfermedades como gota, problema que causa inflamación en las articulaciones, y cálculo renal, además de la precipitación o agravamiento de la hipertensión.
Además, la alta presencia de fructosa también puede perjudicar a los pacientes diagnosticados con cáncer. La justificación es que las células cancerígenas logran proliferarse con mayor facilidad usando la sustancia como fuente de energía.
Alimentos ricos en fructosa
A pesar de contener la fructosa en su composición, las frutas no son las grandes villanas de la historia, teniendo en cuenta que ellas poseen la sustancia de forma natural y ofrecen diversos beneficios al organismo, además de poseer calorías en menor cantidad que productos industrializados. Estos, a su vez, generalmente contienen la fructosa como uno de sus aditivos.
A continuación una lista con los alimentos que más tienen fructosa en su composición:
- Los refrescos
- Salsa de manzana
- miel
- Caldas para helado
- Condimentos de ensalada sin grasa
- Jugo de granada
- Jugo de uva
- higo
- Frutas secas
- uvas
- Las bebidas deportivas (por ejemplo, Powerade, Gatorade)
- pasas
- encurtidos
- arándanos
Intolerancia a la fructosa
A pesar de ser una condición rara, algunas personas desarrollan la intolerancia a la fructosa, que se debe a la falta de la enzima necesaria para romper la sustancia. El tratamiento contra este problema exige la eliminación de alimentos con fructosa de la dieta, lo que requiere bastante cuidado en relación a golosinas, comidas industrializadas y dulces dietéticos o para diabéticos.
Si los portadores de la intolerancia ingieren alguna comida con la sustancia, los síntomas que pueden aparecer son vómitos, diarrea, dolor abdominal y falta de energía.
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